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Cuando vives en familia cada uno adopta un rol, cada miembro de la familia toma una posición y así se desarrolla, es como cuando tienes un sitio en la mesa para comer, todos tenemos un sitio para comer, un lado de la cama donde duermes, una silla en el trabajo, y nos cuesta desprendernos de esos apegos, es más, los consideramos imprescindibles para nuestro bienestar, para encontrar nuestro lugar.

Lo mismo ocurre con los roles, mamá hace una cosas y papá hace otras, cuando nos divorciamos todo eso cambia, mamá y papá tienen que reinventarse y hacer cosas que seguramente antes no se habían planteado y daban por hecho que no sabían hacer, y ¡SORPRESA !

Resulta que sí que saben. Eso enseña a nuestros hijos que pueden hacer lo que se propongan y hace que ellos cambien también su rol.

Es importantísimo estar atento para que ese cambio de rol sea  positivo y no hacia la negatividad. Reinventarse siempre es una buena opción de conocerse.Además también se generan nuevos tiempos y espacios para compartir con nuestros hijos.

Por ejemplo, si siempre había sido mamá la que planificaba el ocio familiar, quizás ahora papá, que debe encargarse del ocio durante el tiempo de estancia con sus hijos, decida compartir con ellos sus aficiones y encuentren nuevas actividades de ocio.

O si papá siempre planificaba las vacaciones, ahora mamá podrá descubrirles nuevos destinos. Igual sucede con los juegos, las rutinas, etc. Descubren una parte de mamá y papá que no habían conocido porque se complementaban entre sí.